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Sigue leyendoEl Síndrome de Sobrecrecimiento Bacteriano en el Intestino Delgado (SIBO) fue identificado hace varias décadas, pero recientemente ha recibido una atención creciente debido a los avances en el conocimiento del microbioma intestinal y su importancia en la salud y las enfermedades humanas.
La microbiota del intestino delgado es menos abundante y diversa en comparación con la del intestino grueso. Esto se debe al alto peristaltismo, la constante renovación de la mucosa y la presencia de sales biliares y jugos pancreáticos, que dificultan la colonización bacteriana. Cualquier interferencia en estos factores puede causar un sobrecrescimiento bacteriano.
Se estima que entre el 2,5% y el 22% de la población sufre de SIBO. Sin embargo, estos datos están subestimados debido a los casos asintomáticos y a los síntomas gastrointestinales inespecíficos, que pueden ser causados por diversos factores.
De esta manera, la verdadera prevalencia de la condición sigue siendo desconocida. Se sabe, sin embargo, que la recurrencia de la enfermedad aumenta con la edad y en individuos con comorbilidades preexistentes, como el síndrome del intestino irritable, la diabetes, la cirrosis hepática y la obstrucción extrahepática de la vena porta (1). Por lo tanto, es de suma importancia diagnosticar correctamente el SIBO.
El SIBO es una condición gastrointestinal caracterizada por un desequilibrio entre la colonización microbiana del colon y del intestino delgado. En individuos sanos, hay pocos microorganismos colonizando el intestino delgado, mientras que aquellos con SIBO muestran un crecimiento excesivo de bacterias en la porción proximal del intestino delgado.
Esta condición provoca alteraciones en las funciones intestinales, como la mala absorción, donde los nutrientes no absorbidos en el intestino delgado son fermentados por bacterias, lo que lleva a una producción excesiva de gases, que pueden resultar en deficiencias nutricionales y afectación de la calidad de vida (2).
La dieta de la población en general es predominantemente rica en carbohidratos que, cuando se fermentan, pueden generar ácidos grasos de cadena corta y gases como dióxido de carbono (CO2), hidrógeno (H2) y metano (CH4) (2,3).
El sobrecrecimiento bacteriano puede ocurrir debido a la sobrecarga, insuficiencia o ausencia de los mecanismos de protección que garantizan la homeostasis de la microbiota intestinal y previenen la colonización bacteriana excesiva. Entre estos mecanismos de defensa se destacan la producción de sustancias antimicrobianas, la motilidad gastrointestinal y la anatomía del tracto gastrointestinal (4).
En condiciones normales, la producción de sustancias antimicrobianas como el ácido clorhídrico mantiene un pH ácido, disminuyendo la probabilidad de crecimiento de microorganismos patógenos. Sin embargo, esta producción puede ser insuficiente en casos de gastritis atrófica, uso prolongado de inhibidores de la bomba de protones o resección gástrica.
La secreción de enzimas pancreáticas, esencial para la digestión adecuada, puede verse afectada en la pancreatitis crónica o fibrosis quística. Además, la inmunidad de la mucosa puede estar comprometida en pacientes inmunodeprimidos o con secreción insuficiente de IgA, lo que dificulta la defensa contra la colonización bacteriana excesiva.
La motilidad gastrointestinal debe ser adecuada para la absorción de nutrientes y para prevenir la proliferación de microorganismos. Sin embargo, ciertos trastornos pueden afectar esta motilidad, como la obstrucción intestinal, neuropatías secundarias en diabéticos y la enfermedad de Parkinson.
Además, la anatomía del tracto gastrointestinal juega un papel importante en la regulación de la microbiota intestinal y puede estar alterada debido a la enfermedad de Crohn, radioterapia o intervenciones quirúrgicas (gastroyejunostomía, colectomía o resección de la válvula ileocecal) (4).
Los signos y síntomas son consecuencia de las disfunciones intestinales y, por lo tanto, suelen ser inespecíficos. Sin embargo, están asociados con síntomas gastrointestinales como (5):
Algunos pacientes también pueden experimentar fatiga, falta de concentración, ansiedad y, en casos más severos, pueden presentar esteatorrea, pérdida de peso, anemia y deficiencia de vitaminas liposolubles como la B12 y la vitamina D.
Existe una correlación entre el SIBO y el síndrome del intestino irritable (SII), pancreatitis crónica, fibrosis quística, enfermedad celíaca, enfermedad de Crohn y otras condiciones que pueden coexistir debido a un trastorno en la microbiota intestinal (1, 6).
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La prueba de SIBO es una opción importante a considerar ante cualquier manifestación gastrointestinal sin diagnóstico, como:
Presencia de enfermedades preexistentes que no responden al tratamiento o que presenten mala absorción intestinal, como:
El diagnóstico de SIBO generalmente se realiza mediante el cultivo microbiológico de la aspiración del intestino delgado, obtenida por endoscopia, considerado el estándar de oro. Sin embargo, este procedimiento es invasivo y la muestra puede contaminarse (12).
En el cultivo, a menudo se detectan bacterias como Streptococcus spp., Staphylococcus spp., Escherichia coli, Klebsiella, Proteus, Bacteroides y Lactobacillus (13).
Embora seja considerado o método mais preciso, a cultura microbiológica apresenta limitações significativas. Além de ser demorado, invasivo e relativamente caro, faltam técnicas padronizadas que eliminem completamente o risco de contaminação.
Con el avance de la ciencia, se han desarrollado pruebas innovadoras para la detección de microorganismos a través de la producción de gases, como el examen respiratorio. Este método permite el análisis del SIBO a partir de una muestra simple de aire expulsado por el individuo, utilizando una técnica segura y no invasiva, basada en el principio de que las células humanas son incapaces de producir hidrógeno y metano.
En este contexto, SYNLAB ofrece la prueba de hidrógeno y metano exhalado para detectar el sobrecrecimiento bacteriano, evaluando la producción de dióxido de carbono (CO2), hidrógeno (H2) y metano (CH4). El examen implica ocho recolecciones de aire exhalado, permitiendo la identificación precisa del sobrecrecimiento bacteriano.
El examen comienza con la ingestión de un carbohidrato, como la lactulosa. La fermentación de este por la mircobiota en el intestino delgado puede resultar en la producción de hidrógeno y/o metano, dependiendo de los microorganismos involucrados. La presencia de metano está relacionada con el sobrecrecimiento de arqueas, mientras que el hidrógeno está asociado con las bacterias propiamente dichas (11). Los gases producidos se difunden hacia la sangre y se excretan mediante la respiración.
La necesidad de los ocho tubos es crucial para evaluar el proceso de fermentación a lo largo del tiempo. La recolección se realiza cada 30 minutos después de la ingesta del carbohidrato, comenzando antes de la ingestión y continuando hasta el octavo tubo después de 210 minutos. Esto permite crear una curva de los gases expulsados a lo largo del tiempo.
El examen SIBO realiza el análisis de gases mediante la metodología de Cromatografía de Gases (Quintron Breathtracker SC, con factor de corrección de dilución de CO2). Esta técnica separa y analiza los compuestos volátiles y semivolátiles presentes en el aire exhalado, utilizando una fase estacionaria y una fase móvil para determinar el tiempo de retención de los analitos y permitir la separación de los gases.
SYNLAB utiliza el Quintron Breathtracker SC, un equipo que facilita el análisis y es capaz de detectar pequeñas cantidades de gases respiratorios. Los resultados se miden y muestran en partes por millón (ppm) para H2 y CH4, y en porcentaje (%) para CO2. Además, cuenta con una función adicional para detectar y corregir la contaminación de las muestras en base a las mediciones de CO2.
La recolección no invasiva, junto con la alta tecnología del examen proporcionado por SYNLAB, permite un diagnóstico preciso y esencial para guiar un tratamiento adecuado.
Es importante destacar que el resultado del examen de SIBO debe ser interpretado por el médico solicitante, dentro del contexto clínico del paciente, garantizando recomendaciones para un tratamiento adecuado e individualizado.
El tratamiento del SIBO tiene como objetivo principal erradicar el sobrecrecimiento bacteriano para aliviar los síntomas. Se basa principalmente en el uso de antibióticos, que pueden estar asociados con una dieta específica y el uso de probióticos.
Sin embargo, algunos pacientes pueden seguir sintomáticos debido a condiciones subyacentes o bacterias resistentes a los antibióticos.
Debido al desarrollo de resistencia bacteriana, reacciones adversas y aumento de las infecciones oportunas, se requiere un enfoque cauteloso. Los antibióticos se utilizan para eliminar la mayoría de las bacterias sin comprometer la flora intestinal.
Sin embargo, el SIBO a menudo reaparece después del tratamiento con antibióticos (14). Existen opciones de tratamiento con medicamentos específicos que no inducen resistencia bacteriana y pueden ser utilizados nuevamente para reducir la recurrencia (1).
Además, se puede implementar una dieta baja en oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos, polioles fermentables, fibras, edulcorantes y prebióticos, conocida como dieta baja en FODMAPs, que tiene como objetivo reducir la fuente de energía para la proliferación y fermentación bacteriana, reduciendo así el crecimiento bacteriano y la producción de gases.
Sin embargo, la dieta FODMAP debe ser eliminada completamente de la dieta de los pacientes con SIBO durante un máximo de seis semanas, y si no es efectiva, no debe ser utilizada nuevamente en el futuro (1). Por lo tanto, es importante realizar un seguimiento con un médico especializado.
Los probióticos también son una opción, consistiendo en microorganismos vivos beneficiosos que compiten por nutrientes y se adhieren al intestino, inhibiendo el crecimiento de otros microorganismos. Pueden producir sustancias antimicrobianas y numerosos metabolitos, como ácido láctico, que impiden la proliferación de microorganismos (1).
Por otro lado, debe considerarse que los probióticos pueden colonizar inadvertidamente el intestino delgado, potencialmente exacerbando los síntomas en algunos casos, dependiendo de la cepa utilizada en el tratamiento (15). Por lo tanto, la terapia probiótica debe evaluarse cuidadosamente de manera individual, ya que puede presentar resultados variables entre los pacientes, siendo fundamental el seguimiento médico especializado para ajustar el tratamiento según la respuesta y las necesidades clínicas específicas del paciente.
Realizar exámenes precisos y actualizados es esencial para obtener diagnósticos más certeros y dirigir mejor los tratamientos. SYNLAB está aquí para ayudarte.
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Referencias bibliográficas
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