Trombofilia en el embarazo: ¿qué es y cuáles son los riesgos para la gestación?
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Sigue leyendoEl microbioma vaginal es un tema de creciente interés en la medicina y la investigación científica debido a su importancia para la salud femenina. Comprender cómo la comunidad microbiana de la vagina influye en la inmunidad, la nutrición y el bienestar general es crucial para médicos y especialistas. Este artículo explora la composición, las funciones y la relevancia del microbioma vaginal, destacando sus implicaciones en la salud reproductiva y en la prevención de enfermedades.
El organismo humano alberga una rica diversidad de microorganismos, formando un sistema dinámico, funcional y auxiliar, que se desarrolla en armonía con el progreso fisiológico de su hospedador.
De esta forma, la microbiota desempeña un papel fundamental en los mecanismos fisiológicos humanos, tales como el desarrollo de la inmunidad y la nutrición, estableciendo una relación mutuamente beneficiosa con el hospedador, en la que este proporciona refugio y nutrición.
El término microbiota se refiere a la compleja comunidad de microorganismos que habita un lugar específico del cuerpo como el tracto gastrointestinal, la piel, la boca, la vagina, entre otros.
La microbiota incluye todas las bacterias, virus, hongos y otros microorganismos que coexisten en ese ambiente, además de ejercer roles importantes en la salud y en el funcionamiento del organismo hospedador.
Por otro lado, el término microbioma se refiere al genoma colectivo de un consorcio o comunidad microbiana, es decir, es el conjunto completo de genes de los microorganismos que forman el microbiota (incluye el material genético de todas las bacterias, virus, hongos y demás microorganismos).
Además, el término también se refiere a las actividades y capacidades metabólicas de los microorganismos presentes (1).
En las etapas iniciales de la vida, el desarrollo del microbioma influye en la función inmunológica. Los microorganismos adquiridos vertical, horizontalmente y gracias al entorno, así como sus productos metabólicos, tienen el potencial de moldear los cursos de desarrollo que impactan la salud a lo largo de la vida (2).
Así, el microbioma desempeña un papel crucial en el desarrollo de funciones metabólicas, inmunológicas y nutricionales, lo que requiere un cuidado especial. De esta forma, comprender cómo las comunidades microbianas complejas pueden afectar la patogénesis de diversas enfermedades, tiene implicaciones significativas para la prevención, diagnóstico y tratamiento de estas (3).
En las últimas décadas, la investigación del microbioma humano ha evolucionado más allá de la simple categorización de la diversidad de microorganismos, para comprender cómo estos constituyen un sistema funcional auxiliar y dinámico, que se desarrolla de manera sinérgica, en paralelo con el proceso de desarrollo y declive fisiológico (4-6).
Lo que es cada vez más evidente es que una amplia gama de condiciones, que incluyen enfermedades inflamatorias crónicas (7), enfermedades metabólicas (8), trastornos neurológicos y cáncer (9, 10), ahora se está relacionando con alteraciones funcionales en el microbioma.
Estas alteraciones pueden ocurrir tanto de forma aislada en el lugar de manifestación de la enfermedad como en áreas de mucosas o sistemas de órganos distantes, lo que desencadena cambios metabólicos e inmunológicos en el huesped (1).
Diversos factores, como la dieta, agentes antimicrobianos y la inmunidad, influyen en los microbiomas humanos, especialmente en el microbioma intestinal, que alberga la mayor cantidad y variedad de microorganismos. En respuesta, los productos bioactivos provenientes del microbioma moldean la función de las células humanas (11, 12).
Para entender mejor la influencia del microbioma intestinal en la salud, SYNLAB ofrece la prueba MyBiome, una prueba diagnóstica que realiza la lectura completa del genoma del microbioma intestinal mediante secuenciación masiva (shotgun metagenomics). Lea más sobre el microbioma intestinal y descubra cómo MyBiome permite realizar un estudio profundo, objetivo y accionable de todos los microorganismos que componen el ecosistema intestinal.
El microbiota vaginal constituye alrededor del 9% del microbiota humano total (13) y se considera un microambiente dinámico donde el estado gestacional, el uso de anticonceptivos, el ciclo menstrual y la actividad sexual contribuyen a la variación en las comunidades bacterianas (14, 15).
Se cree que la flora vaginal normal está dominada por lactobacilos. Las especies L. iners, L. crispatus, L. gasseri y L. jensenii han demostrado predominar en el microbiota vaginal de mujeres sanas en edad reproductiva en proporciones variadas (16-18). Se han documentado alrededor de 120 especies de Lactobacillus y se sabe que 20 habitan la vagina.
Sin embargo, una microbiota vaginal alterada con baja abundancia de lactobacilos, especialmente durante el embarazo, puede resultar en la inducción de inflamación excesiva y riesgo de generar un parto prematuro (19, 20).
Además, dado que el microbioma vaginal desempeña un papel importante en la implantación del embrión, no es sorprendente que la vaginosis bacteriana sea más común en mujeres infértiles y esté asociada con tasas reducidas de concepción (13).
Estos microorganismos viven en una relación mutualista con la vagina, protegiéndola de microorganismos potencialmente patogénicos, como aquellos que causan vaginosis bacteriana, infecciones del tracto urinario, infecciones por Candida e infecciones de transmisión sexual (ITS) (21).
Esta contribución parece ser indispensable para el éxito reproductivo. La microbiota actúa como un defensor de primera línea contra microorganismos invasores por un fenómeno denominado “resistencia a la colonización”, es decir, impide que organismos extraños colonicen áreas del cuerpo humano, causando infecciones (22).
El concepto de un patrón global de normalidad en contraste con la disbiosis del microbioma vaginal es objeto de debate, ya que mujeres de diferentes etnias presentan microbiotas vaginales distintas con variaciones regionales (23). Sin embargo, a pesar de la gran variabilidad entre mujeres, actualmente se acepta que el “estado saludable del microbioma vaginal” en mujeres en edad reproductiva se caracteriza por la presencia dominante de una o, como máximo, dos especies de Lactobacillus, siendo L. crispatus, L. iners, L. gasseri y L. jensenii las más comunes.
A través de la producción de ácido láctico, los lactobacilos pueden mantener un ambiente ácido en la vagina que, junto con la producción de otros compuestos antimicrobianos, ayuda a inhibir o controlar el crecimiento de microorganismos oportunistas y patogénicos.
Los principales constituyentes del microbioma, las bacterias, necesitan mantener una simbiosis constante, que es el equilibrio entre las bacterias comensales (beneficiosas) y las patogénicas (nocivas).
Lo contrario de esto, conocido como disbiosis, ocurre cuando hay un desequilibrio en esta relación, desencadenando un patrón de microbiota proinflamatorio (3). La disbiosis perjudica el estado de salud al aumentar la susceptibilidad del huésped a un espectro de trastornos inflamatorios y metabólicos (24).
Alrededor del 20-30% de las mujeres en edad reproductiva presentan un microbioma alterado. La disbiosis en la microbiota vaginal puede ser fisiológica o patológica, dependiendo de la interacción de factores metabólicos y microbianos. La microbiota vaginal evoluciona con la edad, con microorganismos anaeróbicos siendo dominantes en la edad prepuberal hacia una vagina rica en Lactobacillus en edad reproductiva (25).
Los desequilibrios en el microbioma vaginal son causados principalmente por la depleción de Lactobacillus spp. Estudios asocian esta disminución con un aumento del riesgo de infección de transmisión sexual (ITS), además de complicaciones en el embarazo (aborto y parto prematuro) y resultados menos favorables de fertilización in vitro (menor tasa de implantación y mayor número de abortos tardíos) (26, 27).
La influencia hormonal también es un factor importante que determina las diferentes fases del ciclo reproductivo de las mujeres. Entre las hormonas, los estrógenos son conocidos por inducir modificaciones específicas en el microbiota vaginal (28).
Alteraciones tanto fisiológicas (embarazo y ciclo menstrual) como patológicas (vaginosis bacteriana, infecciones del tracto urinario y enfermedades de transmisión sexual) están asociadas a cambios significativos en la microbiota vaginal (29).
De esta forma, en los últimos años, se ha reconocido que la comunidad microbiana del tracto genital inferior desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de la salud sexual y reproductiva de la mujer.
Se cree que el microbioma vaginal asociado con la vaginosis bacteriana es un factor que contribuye a la infertilidad en mujeres en edad reproductiva (30). Las mujeres con infertilidad idiopática demuestran una mayor incidencia de microbiota vaginal anormal (31).
Un estudio de revisión sistemática con metaanálisis sobre la asociación de la vaginosis bacteriana y la infertilidad reveló que el 19% de las mujeres infértiles tienen vaginosis bacteriana, mientras que el 39% tenía flora vaginal intermedia.
Además, se observó una mayor prevalencia de vaginosis bacteriana en mujeres infértiles en comparación con mujeres fértiles de la misma edad, y esta condición se relacionó con tasas reducidas de concepción.
Estos resultados refuerzan la importancia de la presencia abundante de especies de Lactobacillus como característica de una flora vaginal saludable y normal (32). Por lo tanto, una comprensión más amplia de los elementos funcionales, más allá de la composición del microbioma vaginal, puede contribuir a la mejora de las estrategias de diagnóstico y tratamientos.
SYNLAB ofrece el estudio metagenómico del microbioma vaginal, el cual permite analizar la abundancia relativa de las especies bacterianas que componen la comunidad microbiana vaginal mediante secuenciación metagenómica shotgun (secuenciación completa del genoma bacteriano).
De esta forma, se evita el sesgo de amplificación inherente a los estudios convencionales basados en el análisis de 16S rRNA y se proporciona información más precisa a nivel de la especie.
Además, la prueba incluye el análisis (RT-PCR) de infección por Chlamydia trachomatis, Neisseria gonorrhoeae, Trichomonas vaginalis, Mycoplasma genitalium/hominis, Ureaplasma urealyticum/parvum y las siguientes siete especies de Candida: C. albicans, C. glabrata, C. parapsilosis, C. krusei, C. dubliniensis, C. tropicalis y C. lusitaniae.
El examen de microbioma vaginal ofrece una visión completa del microbioma vaginal, permitiendo:
Para ilustrar cómo el estudio metagenómico del microbioma vaginal puede ayudar en tratamientos personalizados y diagnósticos más precisos, presentamos un caso clínico que ejemplifica los beneficios de este enfoque innovador en la práctica clínica.
Una paciente de 35 años, con antecedentes de vaginosis bacteriana recurrente, se sometió al análisis metagenómico del microbioma vaginal. El resultado reveló que casi el 97% de su microbiota vaginal estaba compuesta por bacterias que no pertenecían al género Lactobacillus, lo que evidenció un cuadro de disbiosis vaginal. De estas, el 44,6% correspondía a Gardnerella vaginalis, una bacteria asociada con el CST IV (Community State Type IV), caracterizada por una baja producción de ácido láctico y bacteriocinas, además de un pH vaginal elevado.
Este desequilibrio microbiano favorece la inflamación de la mucosa vaginal, una condición típica de la vaginosis bacteriana. Además, el predominio de Gardnerella vaginalis facilita la proliferación de otras bacterias anaerobias, como Mobiluncus, presente en el 24,6% de la microbiota de esta paciente. Ambas las especies son conocidas por la formación de biopelículas, una especie de escudo que las células bacterianas utilizan a su alrededor como protección, lo que dificulta su eliminación y hace que el tratamiento sea más complejo y desafiante.
A pesar de que los antibióticos más comúnmente utilizados para tratar la vaginosis bacteriana son el metronidazol y la clindamicina, este caso específico requirió un enfoque diferente. La alta abundancia de Mobiluncus curtisii, una especie relacionada con un mayor riesgo de fracaso terapéutico y recurrencia, llamó la atención. Esto se debe a que en el análisis metagenómico se detectaron altos porcentajes de cepas resistentes a estos dos antibióticos, lo que no sería posible con métodos tradicionales, como la secuenciación 16S.
Así, el tratamiento ideal incluyó el uso de amoxicilina con ácido clavulánico o un antibiótico de la clase de los macrólidos.
Sin embargo, debido al mayor riesgo de infecciones oportunistas tras el tratamiento, como la candidiasis, y los efectos secundarios como la diarrea, es aconsejable complementar tratamientos a base de antisépticos, ácido láctico y probióticos, para restablecer la microbiota intestinal y acidificar la vagina. ambiente.
Está especialmente indicado para mujeres que:
El estudio metagenómico del microbioma vaginal se realiza mediante secuenciación shotgun, que consiste en la fragmentación aleatoria de pequeños fragmentos de ADN y, posteriormente, estos fragmentos se secuencian individualmente.
La secuenciación shotgun es un enfoque eficaz para secuenciar genomas enteros, especialmente de organismos cuyo genoma es demasiado grande para ser secuenciado de manera tradicional. De esta forma, la secuenciación shotgun permite el estudio completo del genoma de todas las bacterias y microorganismos que componen el ecosistema vaginal.
Esto evita el sesgo de amplificación inherente a estudios convencionales del gen ribosómico 16S, que muchas veces se concentran solo en una pequeña porción (menos del 20%) del gen 16S rRNA (33).
La secuenciación shotgun permite la obtención de información amplia sobre el genoma de un organismo, permitiendo el análisis de genes, vías metabólicas y elementos regulatorios, ya que se secuencia todo el genoma, que incluye millones a miles de millones de pares de bases.
En contraste, la secuenciación del gen 16S se emplea solo para identificar y clasificar bacterias presentes en una muestra, ya que solo se secuencia una región específica del gen 16S rRNA, que es relativamente corta (alrededor de 1.500 bases) (33).
La realización de exámenes precisos y actualizados es esencial para la realización de diagnósticos más certeros y para una mejor orientación de los tratamientos. SYNLAB está aquí para ayudarte.
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